No hay libro, por malo que sea, que no contenga algo bueno

Los Primeros de Huelin

En este blog vamos a poner en práctica algunas de las cosas que aprendamos en clase. Vamos a escribir pequeños relatos (uno al mes).
Deberán tener una extensión máxima de 25 líneas (letra arial; interlineado sencillo; tamaño 12; márgenes de 2,5 cm.).
Yo pondré una entrada con la primera frase del relato y vosotros tendréis que continuarla. Deberíais escribirlo en un archivo y cuando lo tengáis escrito, subirlo al blog como un comentario a la entrada.
Lo que está completamente prohibido es leer los relatos de los compañeros y no escribir nada.
¡Ánimo!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

La descripción - Diciembre 2010

Vamos a escribir un texto en el que predomine la descripción.
Recordad que es necesario trabajar mucho con los sustantivos y los adjetivos.

Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa...

23 comentarios:

  1. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa algo pequeña, encima de ella había cinco libros de diferentes asignaturas. La mesa era de madera antigua, pero por su aspecto no lo parecía.Tenía algunas partes pintadas de color azul lo que hacía que no pareciera muy antigua. También había más mesas decoradas de diferentes colores lo que alegraba la vista. El aula en la que estaban colocadas era bastante grande, había apróximadamente veinte mesas, todas tenían su correspondiente silla, menos la mesa azul.Cuando salí del aula, entré en otra que estaba cerca. No había mesas, pero si que había sillas de los mismos colores que las mesas del otro aula. Estaban colocadas de la misma manera que las mesas. En una de las sillas había colgada una chaqueta de color azul. En el aula también había una pizarra en la que habían escrito: ''Dejad las sillas tal y como estaban colocadas GRACIAS''. Después de leer esto, salí del aula y cerré la puerta procurando que nadie sospechara que había entrado allí.

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  2. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa vieja que estaba coja y casi nunca se utilizaba. La silla, curiosamente, no era vieja y tenía un tono verdoso.
    Esa mesa era un tanto diferente a las otras por su tono caoba, por su peso y tamaño.... Puede ser que a nadie le interesara esa mesa pero la clase parecía un poco vacía sin su presencia. Al día siguiente, buscamos por las demás clases por si daba la casualidad que estaba en alguna de ellas, y no encontramos nada , ni la remota señal de que hubiera estado allí. Pasó un tiempo y nos olvidamos de ella y entonces, apareció misteriosamente en el salón de actos. No me pregunteis quién fue ni porque pero no lo se. Pero a lo mejor se lo agradecería por añadir a mi monótona vida un poco de misterio.

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  3. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa grande y bonita, con dos estuches preciosos. Tenía 5 lápices y 2 gomas gigantes, muchos libros nuevos y una agenda gorda. Era mi querida mesa la que estaba buscando. De repente, mi mejor amigo me recordó que en la hora que más me gusta, educación física, habían castigado a mi peor compañero al final de la clase. Se había sentado en mi preciosa mesa y como era un charlatán, le pusieron al fondo de la gigantesca clase. Miré al fondo de la clase y vi mi querida mesa. Fui hacia ella gritando y descubrí que había cosas que no eran mías. Eran: tres euros, dos petardos y una goma vieja. Fui corriendo hacia la horrenda clase de mi peor compañero. Cuando entré le devolví sus cosas interesantes y él me devolvió las mías. Terminaron las clases y me fui corriendo a casa de mi buena abuela y le conté a todos mi interesante historia.

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  4. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una
    mesa verde con rasgos de tener bastante tiempo entre tres o cinco años. En ella se
    sentaba mi amiga Paula, sobre ella siempre dejaba su estuche morado, junto a su
    lápiz amarillo y su goma blanca. Allí al lado junto a su antigua mesa, estaba la mía. Un
    poco menos desgastada pero actual mente garabateada por otros niños.
    Antes de salir de esa aula me impresiono ver a nuestro viejo amigo “PAQUITO”
    (el esqueleto de huesos amarillentos.) Todos decían que el era tan alto como como
    nuestra antigua señorita, pero yo creo que Paquito era más alto que ella.
    Llevaba puesto un sombrero marrón como el de Perry el ornitorrinco. A continuación de mirarlo fijamente apague la luz y todo se quedo oscuro y sombrío mientras, cerraba con el helado pomo la puerta dejando, mas de un bonito recuerdo allí dentro.

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  5. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa grande, era exactamente mi mesa.Ésta es el aula trece, la primera de los juveniles, en la mesa mi amiga Isabel habia dejado un collar. El collar era muy inportante para ella. Era un collar entre amarillo y naranja, no era muy grande y tenia colgado un medallón dorado.
    Todos los dias en este aula desaparece algo. Unos dicen que es porque el trece es el número de la mala suerte, otros porque está encantada y otros porque éste aula está construida encima de un cementerio indio. Al dia siguiente desapareció también la silla.La silla era mas pequeña que la mesa, esta silla no era como las demas, era una silla con solo tres patas (pero muy robustas). Esa noche la pasé en la casa de mi amiga Isabel. Al día siguiente fuimos a preguntar a nuestro director, era un hombre delgado, llebava unas gafas de color rojas, y su secretaria tenía el pelo rubio con unos ojos muy grandes y azules. Cuando les preguntamos nos dijeron que preguntaramos en conserjeria. Alli estaba el conserje que nos dijo:

    "Niños,¿ no habeis visto al encargado de mantenimiento?
    ¿Qué encargado?. Dijo Isabel
    El señor alto que suele llevar una gorra azul. Nos contestó. Se lleva todos los días una silla y al otro una mesa, para el aula cuatro porque la están reformando.
    ¿Pero entonces mi collar...?. dijo Isabel
    ¿Este de aqui?. Dijo el conserje
    A si, ese es. Muchas gracias "

    Cuando nos fuimos cada uno a nuestra casa le dije a Isabel que si se le perdia algo preguntase al conserje, que él le sabría la respuesta.

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  6. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa alta, grande y de color verde; se notaba mucho ya que estaba justamente en medio de la clase.

    Me era muy raro pensar que la hubieran robado, ya que era temprano y por la tarde las clases están cerradas con llave, pero que otra cosa podía haber sido, que unos chicos la hubieran cogido prestada, no creo.
    Cuando pasó un cuarto de hora me asomé a la entrada del instituto y vi a unos chicos colocando una pancarta, tenia el fondo rojo y unas letras muy pequeñas, no entendía mucho lo que ponía porque estaba un poco dormida ya que ayer me acosté tardísimo.

    Al cabo de media hora vi a un profesor pasar por allí, aunque quería decirle algo, no pude porque iba muy rápido y me daba un poco de vergüenza, de pronto, paso un conserje y entro en la clase a sin que le pregunte porque no había nadie en mi clase, en ese momento los chicos que estaban colgando la pancarta vinieron con una mesa, y no era un mesa cualquiera era la mesa que faltaba en la clase. Descubrí lo que ponía en la pancarta FELIZ NAVIDAD y en otra pancarta ponía en letra pequeña Pueden recoger objetos perdidos en conserjería a la vuelta de Navidad, ¡era veinticuatro de diciembre! y me acosté tarde porque ayer era el último día de instituto.

    Después de esa confusión llame a casa para que vinieran a recogerme, los conserjes fueron muy agradables, mientras yo esperaba a mis padres ellos estuvieron jugando conmigo al parchís. Como mis padres no llegaban me hice una cama, era más grande que la mía. Se fueron dos o tres limpiadoras, no me pude despedir de ellas porque estaba muy cansada.

    Cuando pasó cinco minutos vinieron mis padres, mi madre me despertó y nos fuimos a casa. Como era temprano me volví a la cama (tenía que descansar ya que a la noche me esperaba Noche Buena).

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  7. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa común, una de las que usamos en clase habitualmente. El sitio que ocupaba la mesa era el de un niña nueva que llevaba en clase sólo dos días. Se llama Alicia y es alta, pelirroja, con pelo rizado, cara muy blanca y con muchas pecas. Ella viene de otro país, y apenas habla con nadie aunque yo se que habla muy bien español porque ayer la escuché; le preguntaron en clase y ella respondió perfectamente. Cuando vi que faltaba su mesa la busqué rápidamente con la mirada por la clase, pero no la vi, entonces me pregunté donde estaba y que le habría pasado. Como era primera hora era posible que aún no hubiera llegado. Pero también imagine que podría estar en el país de las maravillas (ja, ja, ja...). Mi compañera, que tiene una estatura pequeña, y una visión mala también lo notó, y me dijo que podría estar en el país de las maravillas y yo le dije que pensaba lo mismo, y las dos nos reímos. Pero ¿por qué no se llevó la silla? Mi compañera me dijo que no se la llevó porque allí tendría que haber muchas sillas. Y entonces me pregunté que por qué no había mesas en el país de las maravillas. Le dije a mi amiga que todo esto era una idea tonta y que tendría que haber otra explicación. Pensamos que estaría mala, pero ¿para qué quería una mesa? Estuvimos toda la clase pensando como la habría sacado del instituto y para qué la querría si sólo llevaba dos días allí.
    Llegó el profesor como siempre enfadado, un hombre muy bajito, con cara asustada, nariz muy ancha y pelo castaño. El profesor, como no sabía que había una niña nueva, preguntó que hacia aquella silla suelta. Mi compañera le dijo que se la había dejado allí Alicia antes de haberse ido al país de las maravillas. Terminando la frase entro Alicia por la puerta y preguntó que donde esta su mesa y justo después entro el conserje diciendo que ya había arreglado la mesa que estaba coja y toda la clase se echo a reír con carcajadas fuertes.

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  8. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa cuadrada de color mas bien marrón era de tamaño mediano con algunos dibujos pintados en ella habia escrito algunos niños como por ejemplo Carlos,Pablo...
    Pero eso si solo se distinguia de una cosa que le faltaba un hierro en la parte izquierda de la mesa .Me alivie cuando descubrí que la mesa desaparecio porque el conserje se la llevo porque tenia que arreglarla.

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  9. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa pequeña estaba algo sucia y estaba pintada de color verdoso pistacho.En el aula habia veinti cinco sillas con sus respectivas mesas menos esta que era la mesa de mi compañero Pepe.A Pepe le molesto mucho que u mesa no estubiera su mesa pues en ella tenia el libro de la asignatura siguiente.El libro de frances.

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  10. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa antigua y rayada por los bordes.En ese mismo momento recordé que esa mesa no era igual a las otras , era de un marron oscuro,mientras que las otras eran todas verdes. En ese instante me pregunté por qué seria, ya que nunca había visto una mesa igual.Detrás mio se oyó que se estaba abriendo una puerta,me di la vuelta y observé que era el conserje,me dijo que porqué estaba ayí y yo le dije que por que tenia que recojer algunos libros que me dejé en el aula el otro día, el conserje se fue y me dejó cojer mis libros, pero algo raro pasó...Fui hacia mi mesa de siempre y me di cuenta de que los libros no estaban en la rejilla de mi mesa, si no que estaban en la de al lado.Quien sabe como llegaron ayí ,pero pienso que algo raro pasó...

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  11. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa grande, de color verde, los barrotes también eran de color verde, de ese color nada más que había dos mesas; las demás eran de color marrón, y con los barrotes de color azul. La clase estaba pintada de blanco, pero la mitad inferior estaba cubierta de azulejos amarillos que le daban un toque más vivo al aula. Creo recordar que estaba en la 3ª planta, habia tres pizarras, una digital colocada enfrente de la mirada de los alumnos y las otras dos, que eran las tradicinales, situadas detras de la mirada de los alumno.

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  12. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa como otra cualquiera, de las muchas que había en el aula. Había dos pizarras. Las ventanas estaban enfrente de la puerta, y todas las mesas orientadas hacia el oeste. Esa era mi aula la primera vez que la vi. Hace poco han instalado pizarras digitales y ya de paso le han dado la vuelta a todas las mesas y sillas de la clase, de forma, que la mesa del profesor queda en el fondo y el ordenador orientado hacia la ventana, de manera que pueda ver a todos los alumnos. El instituto me pareció un sitio muy grande y me impresionó mucho, porque el colegio y el instituto, en relación de tamaño tienen bastante diferencia. La cafetería, el gimnasio, las aulas... también me causaron una gran impresión. Porque antes no tenía un aula específica para algunas asignatura, ni vestuarios... Al principio te sientes un poco intimidado, pero con el paso del tiempo te vas acostumbrando al buen ambiente que hay en los pasillos, con los profesores... El nivel es bastante más alto que en el colegio. El lugar estrella de los recreos es con diferencia la cafetería, esta llena durante todo el recreo. Allí venden tanto bocadillos, como tentempiés y chucherías. Al entrar hay dos barras, una en vertical en la izquierda y otra más corta en horizontal en el final del local. Las ventanas están a la derecha. El patio tiene cuatro canastas y dos porterías. Tiene dibujados campos de fútbol, baloncesto, voleibol y balonmano. Mi clase esta decorada con carteles de países y artistas hechos por todos los de la clase. En resumen me gusta mucho el instituto y espero llevarme un buen recuerdo cuando salga de allí.

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  13. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa mas bien antigua,bueno las demas mesas tampoco es que fueran demesiado nuevas,pero lo que en ese mismo momento no llegue a comprender el por que faltaba una mesa antigua pintorrajeada y que se tambaleaba,ademas se supone que yo no deveria estar alli entonces,fui a abrir la puerta para salir cundo me vio mi maestro y me pregunto:
    -Eh ¿que estas haciendo aqui?
    -Vine a cojer unos libros,nos los encuentro en casa-conteste con rapidez.
    -Y entonces ¿por que no lo tienes aqui?
    -No lo encontre... ¡ha!y ademas falta una de las mesas
    -¡¿Que falta una mesa dices?!
    -si
    -ire a avisar al conserje
    entonces me cojio fuertemente del brazo y fuimos a conserjeria.
    Despues de buscarlo por todo el instituto,lo encontramos en la puerta de los aparcamientos cargando la mesa que faltaba en clase para arreglarla,y mis libros estaban en la rejilla de debajo de ella.

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  14. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa igual que las otras veinticinco mesas de la clase tenía cuatro patas de hierro y una rejilla.
    Las únicas distintas a las nuestras son la de los maestros, son un poco más grandes y con cajones de madera e hierro.
    La mesa era un poco más especial para mí ya que ahí se sentaba Miguel, mi mejor amigo, que tenía doce años como yo y con el que paso mucho tiempo.
    Miguel vino de China, país situado en Asia y con una cultura muy distinta a la nuestra y enseguida congeniamos porqué es una persona encantadora.

    Volviendo a lo de la mesa tengo varias hipótesis, podría ser que ayer martes hubo una comida entre profesores y padres en el aula. Talvez pudo pasar que cuando las limpiadoras fueron limpiando clase por clase la nuestra al ser pequeña tuvieron que sacar las mesas fuera y se les olvidara. En definitiva, tenemos un misterio que nos disponemos a resolver.
    De repente entró Conchi, la más veterana de las limpiadoras, siempre amable y cordial con nosotros y trajo una mesa que parecía ser la de mi amigo Miguel.-“Siento la interrupción Don Jose Manuel, traigo la mesa que faltaba aquí”
    Al terminar la escuela antes de irnos a casa le preguntamos a la limpiadora que, que había pasado con la mesa de Miguel. Estuvimos un buen rato charlando y riendo hasta que al final la historia de la mesa desaparecida era la que yo había insinuado o pensado durante la marcha. Y nos fuimos a casa con un misterio resuelto.

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  15. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa nueva, alta, y con las patas de color rojo. Pero la silla no era como la mesa si no que era: muy vieja, verde y bajilla respecto a ella. Esa mesa recuerdo que siempre tenía un estuche, unos libros, una libreta y muchos folios en blanco. Siempre estaba ahí y ahora tendríamos que buscarla por todo el colegio. Entramos en algunas clases pero la mesa no estaba, es más en esas clases también faltaban algunas mesas, pasaba como en la mía.
    En el colegio no había nadie solo nosotros, eramos cuatro y nos dijimos:”¿porqué no nos dividimos y vamos a todas las clases a buscar?”. Como había cuarenta y ocho clases repartimos doce clases para cada uno. El edificio tenía cuatro plantas y decidimos que yo subiría a la primera, Pedro a la segunda, Jorge a la tercera y Silvia a la cuarta. Yo, en la primera planta como habíamos acordado entré en la primera clase, también faltaba una mesa pero la silla estaba allí, en la segunda tampoco, en la tercera tampoco, en la cuarta tampoco,en la quinta tampoco, en la sexta... hasta que por fin llegué a la duodécima clase y tampoco estaba la mesa pero si la silla. Cuando terminé iba bajando las escaleras apesadumbrado y desanimado y en la primera planta estaba Silvia derrotada por la búsqueda y Pedro y Jorge que eran muy perezosos estaban derrotados. Ninguno habíamos encontrado la celebérrima mesa. Nos dirigíamos a la puerta de salida del colegio cuando nos dimos cuenta de que estaba Juan, el conserje más omnisciente que conozco, y nos dijo que él si sabía donde estaban las mesas de cada clase.
    Parece que el enigma se iba a descubrir, a si que como los más acérrimos seguidores de cualquier equipo íbamos detrás de Juan y nos condujo a un lugar tenebroso, oscuro como la sombra y cuando se abrió la puerta allí estaban muchísimas mesas de distintas clases que las estaban arreglando. Las sacamos de esa habitación y las pusimos en su aula correspondiente. Al día siguiente los profesores que no sabían nada continuaron con sus clases y nosotros seguimos con nuestra abominable rutina.

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  16. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa grande, eso la destacaba sobre las demás. El marrón oscuro de la madera la hacía parecer vieja o, al menos hecha hace unos cuantos años. Entonces vi que tenía una libreta de inglés. Era azul y algo rota, y no me explicaba como estaba tan rayada. Decidí preguntar en otro aula si era de alguien la libreta. Salí del aula,crucé un pasillo algo coto y subí una escalera bastante larga. Miré a través de una ventana pequeña, traslúcida y algo sucia, y me dí cuenta que era la clase de 3ºD. Me fijé en que estaban haciendo un ejercicio de plástica con lápices de todos los colores y folios blancos. Entré en la clase. Era pequeña y estaba recién pintada de celeste, y dije: "¿de quién es esta libreta azul?", pero nadie me respondía.Entonces me disculpé, y cuando iba salir un niño vestido con ropa elegante y oscura me dijo:"es mía, ¿dónde estaba? la he buscado por todas partes. Y yo le dije estaba en una mesa vieja y marrón oscuro sin silla, en el aula de 1ºB, ese aula grande, de techos altos, y paredes verdes, que tiene una puerta de doble hoja y color gris.¿Sabes cuál es?. Entonces volví por la larga escalera y por el corto pasillo, y cuando llegué al aula de 1ºB habían traido una alta y ancha silla.

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  17. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa más alta de lo normal, coja y con las patas pintadas de color verde. Esa mesa era de Miguel, un chico bajito, pelirrojo y con unos grandes ojos azules. A los pocos minutos, entraron en el aula los demás alumnos y la profesora. Todos le preguntaban a Miguel dónde estaba su mesa, pero él no lo sabía. Nuestra profesora, la señorita Ana Luisa, una mujer de unos treinta y cinco años, muy alta, con unos hermosos ojos marrones, se enfadó mucho con nosotros, ya que muchas veces antes nos advirtió que no dejáramos entrar a nadie que no fuera de nuestra clase. También nos dijo que era extraño entrar a un aula como la nuestra, grande y con esas bonitas paredes verdes, y que faltara una mesa. La señorita Ana Luisa es muy ordenada.
    Enseguida, la profesora nos mandó a Ángela y a mí a ir a buscar al conserje para que le diera al pobre Miguel una mesa nueva. Ángela era la hermana de Miguel. Al igual que él, era pelirroja y con los ojos azules, pero ella es más alta. Tardamos bastante en encontrar al conserje, Damián, un joven que andaba en silla de ruedas. Por eso y entre otras cosas, teníamos un ascensor en nuestro instituto, el San Francisco de Asís, el más grande de la provincia, con cuatro plantas, un aparcamiento y más de treinta aulas, todas con el mismo diseño (paredes verdes con baldosas blancas). Naturalmente, Ángela y yo tuvimos que cargar con la mesa. Esta era más baja, con las patas en perfecto estado y pintadas de color azul.
    Después de ese pequeño incidente, comenzamos la clase normal. Se nos entregaron las notas de los exámenes de Ciencias Sociales. Yo saqué un seis y medio. Las preguntas eran sobre Historia, concretamente, sobre el imperio romano. Yo fui el único que supo quiénes eran los patricios. A pesar de ser el único de acertar la pregunta, no fui, ni de lejos, el que sacó la mejor nota. Fue María, con un nueve. Sin duda es la chica más inteligente de la clase, pero no puede realizar actividades físicas, ya que sufre una discapacidad en la pierna derecha.

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  18. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa de madera oscura y endeble, maltratada por el paso del tiempo y ¡por qué no decirlo!, por los palizones de algún alumno aburrido. Constaba de un tablero rectangular de unos ocho centímetros de grosor, que por un lado estaba más roído que por otro debido a la cantidad de astillas que se caían, que se arrancaban o que alguna alumna presumida con jersey de lana se enganchaba a una de ellas y sin darse cuenta tiraban y se llevaban sin querer media mesa. Encima del tablero, inscripciones que hablaban de amores, con corazones y flechas marcadas por las fechas que se realizaron esas declaraciones. Algunas poesías que otras, poesías insulsas ninguna de ningún autor conocido, sino de las mentes calenturientas de adolescentes que empiezan a tener palomitas en la cabeza. Debajo de éste, como hueco adicional, un espacio para meter los libros y los lápices, pocos libros y pocos lápices, ya que su base estaba hecha de un contrachapado que cuando sostenía peso hacia como badén y alguna vez que otra, costaba trabajo meter las piernas. Estaba sostenido por cuatro patas, o mejor dicho, patillas enclenques que daba miedo apoyar los codos en el tablero porque aquello bamboleaba como las mesas cojas de las cafeterías. Eran como palillos de dientes, que se estrechaban poco antes de llegar al suelo haciendo una figura romboidal terminando con una bolita en cada una de ellas para que fuese estéticamente más bonita.

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  19. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas pero no la silla.Era una mesa vieja,coja y destartalada,nadie la echaría en falta,nadie excepto yo,en esa mesa fue donde me coloqué sola,el primer día de mi primer año en secundaria,lo recuerdo todo a la perfección.Estaba nerviosa,todavía no me podía creer que estuviese en secundaria,por fin el instituto de los mayores.Detrás estaban Federica y Miguel,era un alivio,puesto que yo ya los conocía de cuando fuimos a Lanzarote de viaje de estudios al finalizar primaria. Estaba sola,porque Berta había faltado.Federica,Miguel y yo,poco a poco,nos fuimos conociendo más y nos hicimos amigos.Federica era una niña de estatura normal,con el pelo largo,lacio y moreno,tenía unos ojos grandes y castaños,una nariaz respingona y una boca grande,llevava gafas y tenía una cara muy amigable y familiar,era buena,amable,simpática y estudiosa.Miguel era un niño un poco bajito para su edad,tenía el pelo rubio,los ojos color avellana,una nariz pequeña y una boca grande,su rostro me recordaba a alguien pero no sé a quién,era generoso,honrado y amigable.
    A las dos semanas vino Berta,que era una niña con los ojos marrones,el pelo corto,rizado y castaño,la nariz achatada y una boca pequeña,a decir verdad tiene mucho carácter ,aunque no lo parece,puesto que es muy vergonzosa.Estos son tres de mis amigos que sinceramente,son pocos pero son los mejores que una persona puede tener,y por eso echaré en falta esa mesa,que tan gratos recuerdos me trae...

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  20. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla.Era una mesa regulabre,de color marrón y patas azules.Tenía:dos bolígrafos,tres libros y un estuche amarillento.Me preguntaba donde estaba la mesa,antes se encontraba en la última fila porque en ella se sentaban solo los castigados,al empezar la clase el profesor me mandó a preguntar en secretaria donde se encontraba,pero tampoco ellos lo sabían.Mandó también a otros alumnos a buscarla pero nadie tenia la respuesta.al sonar el timbre fuimos yo y algunos amigos míos a buscarla pero no la encontramos.Al día siguiente la mesa se encontraba en su sitio pero no sabíamos quien la había puesto allí hasta que nos dijo el profesor que la limpiadora la habia quitado para limbiar la clase,y todos nos tranquilizamos al saberlo.

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  21. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una mesa pero no la silla, esa era mi mesa que estaba llena de chicles y también tenía mi chuleta del anterior examen. Era un examen de lengua, bastante difícil que no entendía nada, después del examen no tuve tiempo de tirar la chuleta porque tuve que cambiar de clase. Mi clase era una clase pequeña, agrietada y oscura.
    A la hora del recreo me dirigí al conserje a preguntarle por mi mesa, me dijo que lo profesores habían tenido que coger mesas de todos los cursos para un concurso de repostería entre las clases. Si encontraran la chuleta me podrían poder un parte, tenía que recuperarla antes de que alguien se diera cuenta.
    Rápidamente me dirigí hacia la sala de profesores, pero ya había tocado el timbre y todos los alumnos empezaron a entrar y tuve que entrar en clase, el timbre estaba tan viejo como el instituto y sonaba como una persona gritando. Cuando terminó el recreo, entré en la sala de profesores al entrar estaban los postres de diferentes clases con un cartel rojo debajo explicando de que país eran los postres. Busqué mi mesa que cojeaba de una pata, la habían utilizado para contar los votos, miré debajo y encontré mi chuleta cogí el papel y me fui a mi clase. Al terminar las clases llegue a mi casa, cogí la chuleta que estaba pegajosa y me di cuenta que era un voto no contado del concurso.
    Al día siguiente al entrar en clase me llamaron a jefatura. Al final me castigaron con un parte y tres días de recoger basura, esta claro que no volveré a copiar en mi vida, al menos no en la ESO.

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  22. Al entrar en el aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa de madera, de color rojo y más pequeña de lo normal. Recuerdo que encima de ella había una libreta de tamaño A4, la portada era verde y se usaba para la asignatura de inglés. La propietaria era una chica rubia, con ojos marrones, alta y simpática. Salí fuera del aula para buscar la mesa que se había perdido. Vi a mi profesor de Gimnasia, llevaba puestos pantalones vaqueros, azules y con un solo bolsillo a su izquierda. Me saludó y me dijo que fuera a Conserjería porque me estaban buscando. Al llegar no había nadie y antes de volver al aula vino un profesor que no lo conocía, era muy bajo y tenía poco pelo. Llevaba tres libros sujetados por su brazo derecho y una chaqueta negra. Me dijo que fuese al patio, que allí me estaban buscando. El patio parecía cambiado, antes había dos campos de futbol y uno de baloncesto hechos de cemento, antes había una enorme cafetería y cuatro baños, también había una biblioteca, el patio de antes era muy grande. Este patio solo tenía un campo de futbol y dos baños. Me encontré a tres profesores hablando entre ellos, me acerqué a ellos a preguntarles que le había pasado al patio, pero se alejaron. Parecía como si no quisieran decirme nada, hasta que vino mi profesora de francés, era joven y de pelo castaño con ojos azules y me lo explicó todo. Decía que el patio se reformó porque el anterior era demasiado grande y no necesitaban tanto y que con ese hueco que sobraba se harían nuevas clases, estaba construyéndose pero algunas aulas estaban ya acabadas. Fui a buscar la mesa que se había perdido a las aulas nuevas, eran solamente tres pero más grandes de lo normal. Entré en una de ellas, era el aula de música y allí se encontraba la mesa que se había perdido y estaba la libreta de inglés. La llevé a nuestra aula y encontré a la chica, la propietaria de la libreta verde. La habían llevada a la otra aula porque faltaba una mesa, pero no sillas.

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  23. Al entrar al aula descubrí que faltaba una de las mesas, pero no la silla. Era una mesa grande, vieja y estaba arañada por tijeras, o al menos eso nos habían dicho. El aula era bastante amplia, podrían caber unas cuarenta mesas. Dos de las cuatro esquinas estaban envueltas por tinieblas, pues tan solo había dos ventanas. Tenía seis lamparas pero cuatro de ellas estaban fundidas. Había dos muebles bastante grandes, con alrededor de setenta libros y tres estanterías con cajones de, qué a saber que contenían. No había absolutamente nadie en el aula, excepto Miguel y yo. Miguel era un niño alto y delgado, tenía los ojos marrones. Tiene el pelo de color marrón con algunas mechas doradas, tiene una nariz pequeña, una boca mas o menos grande y unas orejas pequeñas. Es listo y temeroso, y le encantan los deportes, sobre todo el atletismo. Le encantan los bichos. En cambio yo era bajo, con mucha fuerza, muy mala leche y una gran capacidad de concentración. Mi pelo es rubio con mechas marrones y mi tez es rosada. Mis ojos son mas o menos grandes y azules claros. Tengo una nariz grande y unas orejas pequeñas. Soy de carácter fuerte y muy valiente, saco buenas notas pues si no, no me dan la paga. Tengo un miedo atroz a los payasos, y me encantan las tartas de queso con mermelada de frambuesa.

    Encima de una de las mesas había un libro de animales, un libro de animales marinos. Era amarillo y negro con un titulo muy llamativo, decía lo siguiente:”El mundo marino en tus manos”. Nos acercamos a verlo y pocos segundos después toco la sirena y entro el profesor y detrás todos los alumnos.

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